martes, 6 de febrero de 2007

Canibal

Tuve una niña increíblemente pequeña en mis brazos, parecía una muñeca muy blanca de cabello lacio y negro, no hablaba pero me podía escuchar y sólo sus grandes ojos reaccionaban con expresiones lindas o furiosas dependiendo la persona que se me acercara o situación encontrada. Al principio la desconocía, sentía su gran presencia pero no quería acercarme, dejaba que mucha gente la cargara aún sintiendo una conexión inelegible. Cuando finalmente acepté que era completamente mía, comí su brazo izquierdo en dos mordidas, su carne era blanda como la de un pez y no tenía espinas, era casi insípida, con un olor ligero y hasta cierto punto agradable. Al hacerlo estaba segura de que le iba a crecer otro brazo mejor, incluso pensé en hacer lo mismo con sus otras extremidades pero tuve que envolverla en una sábana blanca y atarla a mi espalda como las guatemaltecas acostumbran a llevar a sus bebes para salir corriendo de ese laberinto de muros viejos de viento húmedo y encontrar un lugar mejor para verla crecer.